Autora: Gladys Milena Vargas Beltrán
Es indudable que en nuestro contexto latinoamericano se han dado cambios de orden estructural en las concepciones de currículo, formación, evaluación y que esto interfiere de manera directa en las aulas de clase, puesto que las prácticas pedagógicas y las evaluativas, tienden a transformarse de acuerdo con esa tendencia.
Es así como vemos un viraje en la forma como los maestros trabajan y en la que los estudiantes están aprendiendo. Ello deriva en conversiones significativas en procesos clave como la planeación y la evaluación, entendidas como brújulas que orientan la labor cotidiana en las escuelas.
Ahora bien, de forma particular, el sistema educativo dominicano ha venido cambiando y se está encauzando paulatinamente en el enfoque por competencias, aspecto que se suma a los cambios de la educación en Latinoamérica y que requiere de nuestra mirada inmediata.
Frente a la planificación del aprendizaje, tendremos que comenzar por darle un giro a la forma como la concebimos, conviene entonces, escapar de esquemas tradicionales, quizá un tanto conductistas y adentrarnos en la exploración de formas nuevas de enseñanza y de aprendizaje, formas que nos lleven a entender cómo debemos trabajar con nuestros estudiantes, atendiendo a los requerimientos que nos hace el enfoque por competencias.
Entre otros aspectos para tener en cuenta frente a la planeación del aprendizaje está la naturaleza misma del proceso de aprendizaje, la cual implica acercarnos a la complejidad del enfoque y entender que, al ser por competencias, debe derivar en el desarrollo de actitudes, habilidades y destrezas que permitan a los estudiantes apropiarse del conocimiento y luego, permitirle aplicarlo en diversos contextos. Para que ello ocurra se debe trabajar hacia el fortalecimiento de aspectos de índole cognitivo, motor y afectivo, que permitan al ser humano, ser competente en diversos campos, partiendo de sus conocimientos y de lo que sabe hacer con ello.
Para generar procesos de planeación efectivos, tendremos que tener en cuenta cuáles son las metas del proceso de aprendizaje, en este sentido, es claro que el enfoque por competencias pide que los maestros tengamos en cuenta cuáles son esas metas que tiene el estudiante y por las que va a generar un proceso, que le lleve a alcanzar aprendizajes significativos para su vida. En este sentido, debemos pensar que las metas deben ser motivantes para los estudiantes y que sería parte de nuestra labor hacerles ver la razón por la cual son importantes para su crecimiento personal y profesional.
Será fundamental planear atendiendo a las competencias que se van a fortalecer y valorar en el trabajo con los estudiantes. Desde esta mirada y atendiendo a nuestro sistema educativo dominicano, habrá que planear atendiendo las competencias fundamentales que se van a atender, las específicas y que indicadores me van a permitir ver su desarrollo a través de evidencias claras del proceso de aprendizaje de los estudiantes.
Dentro del marco de las competencias, será necesario diseñar clases que traigan al aula situaciones prototipo de la vida real, en las que los estudiantes puedan poner en práctica sus conocimientos a través de ejercicios de simulación, transferencia y ejercitación.
La planificación exige también que atendamos la forma o formas como orientaremos al estudiante para que logre vincular sus saberes previos con los nuevos saberes, articulándolos de forma significativa. Desde esta perspectiva, tendríamos que determinar que destrezas pondrá en juego el estudiante para poder alcanzar metas complejas de aprendizaje. Sin duda alguna, habría que brindarle herramientas que, desde el pensamiento estratégico, sistémico, creativo y reflexivo, le apoyen en la consecución de sus propósitos.
Al planear el trabajo con los estudiantes, debemos enfatizar en aquellos procesos de talante metacognitivo que le van a permitir al estudiante entender las maneras a través de las cuáles aprendió, qué aprendió realmente, cómo lo hizo y cómo lo puede usar a lo largo de su vida en otras situaciones que lo requiera.
Dentro del proceso de planificación del aprendizaje habrá que determinar qué particularidades del contexto serán claves para el diseño de estrategias de trabajo con los estudiantes, entendiendo sus creencias, estilos, ritmos de aprendizaje, situación económica, aspectos de índole cultural, tecnológico, servicios públicos, entre otros.
Atendiendo también a la particularidad y de modo específico a la inclusión y a procesos propios de diferenciación, será necesario entender qué influencias de carácter emocional y motivacional inciden en el trabajo con nuestros estudiantes. En este sentido, aspectos como el interés por aprender, los valores, las deficiencias cognitivas, la consciencia, los problemas a nivel afectivo y sicosocial, tendrán un papel importante en la forma como planeamos el trabajo de aula.
Al planificar, también tendremos que determinar los momentos y las estrategias que nos permitan apelar a la creatividad del estudiante, al desarrollo de procesos derivados del acto de recordar, comprender, aplicar y evaluar que posea el estudiante, en este sentido, será necesario entonces diseñar estrategias que permitan conducirle hacia el logro de procesos inferiores y superiores a nivel cognitivo que le permitan crear a partir de lo que ha logrado aprender.
Dentro de la planificación será necesario tener en cuenta los tiempos de trabajo con los estudiantes, los espacios determinados en horas o minutos para el comienzo, desarrollo y conclusión de cualquier actividad de aprendizaje, los momentos destinados a la evaluación continua, la retroalimentación, el trabajo individual y por equipos, entendiendo los diversos ritmos de trabajo de los estudiantes, los acontecimientos imprevistos, los atrasos en la programación, los cambios de agenda, incapacidades, entre otros aspectos relacionados con el manejo del tiempo del aula.
Así mismo, factores como la tolerancia a la fatiga, el manejo de la tolerancia al fracaso y a la frustración, la didáctica del error, el fortalecimiento de la resiliencia, la proactividad, el autocontrol, la autonomía, deberán contemplarse en la planificación.
Al planificar, debemos tener en cuenta que existen ciertos factores tales como las etapas de desarrollo de los estudiantes, la edad, la complejidad de los conocimientos, los saberes previos de unos y otros estudiantes, que sin lugar a duda devienen en heterogeneidad dentro del aula y van a ser motivo de seguimiento y atención por parte del docente. De acuerdo con ello, las diferencias entre los estudiantes pueden provenir de sus inteligencias múltiples, de las funciones cognitivas que tengan más desarrolladas, de sus zonas de desarrollo próximo, de la parte del cerebro predominante, de las funciones límbicas, de su capacidad comunicativa, entre otros aspectos, las cuales dependen de aspectos meramente genéticos o bien de elementos de índole social y cultural, en este punto vale decir que el manejo de dichos aspectos dependerá de la habilidad del docente y del conocimiento que tengan de sus estudiantes.
Finalmente, cabe decir que para que el proceso de planificación sea exitoso, será necesario atender, en primer lugar, a los criterios de evaluación, en el caso del componente académico a los indicadores de logro y en la modalidad técnica a los resultados de aprendizaje. Adicionalmente, se deben determinar las formas, técnicas en instrumentos de evaluación que se utilizarán para valorar de forma continua los aprendizajes de los estudiantes, así mismo habrá que determinar las formas de retroalimentación y los planes de acompañamiento y refuerzo a que haya lugar en el caso de estudiantes con capacidades excepcionales, con necesidades educativas especiales o con dificultades para consolidar los conocimientos del proceso de formación que se ha planeado.
Todos estos aspectos, no tendrían donde ubicarse sin una estructura determinada, por ende, una secuencia didáctica en el enfoque por competencias, mínimamente debe tener en cuenta aspectos como la situación problema del contexto, es decir el planteamiento de un problema relevante del contexto que sirva como pretexto para aprender, las competencias a fortalecer, las actividades de aprendizaje y las de enseñanza, los elementos propios de la evaluación, los recursos y el proceso de metacognición.
Como hemos visto, planear no es tarea fácil, requiere de una atinada selección de ingredientes que permitan preparar una exquisita secuencia didáctica acorde con lo que necesitamos trabajar con nuestros estudiantes, de nosotros depende que esta receta sea exitosa y pueda marcar la diferencia.