Autora: Gladys Milena Vargas Beltrán

El cerebro es un órgano maravilloso, posee una habilidad única denominada la autoplasticidad, la cual permite al sujeto adaptarse a cualquier situación a medida que va conociendo el mundo y aprendiendo de él.
En términos más específicos, la plasticidad cerebral se refiere a la capacidad que tiene el sistema nervioso para cambiar su estructura y su funcionamiento dependiendo de las circunstancias del contexto. Dicha plasticidad cerebral se refiere a cambios constantes en las estructuras moleculares, la expresión genética y la conducta.
Cada segundo que el ser humano ocupa en aprender algo nuevo, el cerebro establece una serie de conexiones neuronales, estos permiten la interconexión entre las neuronas y básicamente se forman a través del aprendizaje y la práctica, es decir, cada vez que aprendemos algo nuevo es como si fuésemos construyendo un tejido neuronal que se enriquece con cada nueva experiencia de aprendizaje.
Estas conexiones se denominan sinapsis, las cuales se van generando a lo largo de la vida y cada vez que aprendemos algo, se fortalece la comunicación o la transmisión sináptica entre las neuronas implicadas.
Por ejemplo, cuando se quiere analizar un texto, un objeto, o definir un concepto, se generan nuevas conexiones entre algunas neuronas, de esta forma las neuronas de la corteza van trabajando y permiten determinar sus características partiendo de la corteza visual, táctil, auditiva, gustativa y olfativa del cerebro.
De igual forma dichos elementos pueden ser conocidos a profundidad a medida que se van evocando en forma repetitiva. Poco a poco la transmisión neuronal se va generando y restableciendo, lo que mejora la transmisión sináptica, la cual fortalece entonces la comunicación entre las neuronas implicadas, lo que conduce a que la cognición se desarrolle más rápidamente.
Los cambios en el cerebro se producen debido a la experiencia, así como a variables de tipo ambiental, las cuales generan una mayor disposición para la plasticidad cerebral. Quienes aprenden más rápido y de formas más complejas lo hacen porque se exponen a numerosas prácticas de aprendizaje, y esas formas de aprendizaje se enriquecen con los aportes del entorno.
El cerebro se programa para aprender y pone en juego su plasticidad, cuando observa que esto generará cambios que mejoran su comportamiento, por ejemplo, cuando se dispone a defenderse del peligro o alimentarse mejor, incluso cuando reconoce que los aprendizajes permiten avanzar en su calidad de vida. Esto quiere decir que el cerebro se prepara para aprender cuando se necesita y cuando reconoce que dicho aprendizaje es vital e importante para la vida, cada nuevo aprendizaje incide entonces directamente en la conducta de la persona, entre más gratificante sea el aprendizaje, mayor será el cambio de la conducta.
Por esto, el diseño de experiencias de aprendizaje es tan importante, porque en primer lugar se deberá conocer el entorno y su grado de incidencia en la plasticidad cerebral, en segundo lugar, se deberá apelar a experiencias de aprendizaje que realmente resulten gratificantes para el estudiante a fin de impactar en su plasticidad cerebral. Cada espacio de aprendizaje bien diseñado, pensado así permitirá incrementar la actividad del córtex prefrontal (PFC).
Por ello los espacios de aprendizaje deben ser diseñados con una gran riqueza en la actividad intelectual y mental para inducir la plasticidad cerebral. Así mismo, la actividad sistemática y la estructuración clara de los procesos de aprendizaje permitirán generar circuitos neuronales nuevos y fortalecer las conexiones sinápticas entre las neuronas.