Desdén

Yo lo único que quería era esa complicidad en las cosas de la vida, un compañero con quien reir, soñar y amar. Solo quería un abrazo eterno cada noche y un buenos días en las madrugadas.
Yo planeaba contemplarle dormir, escuchar sus suspiros en el crepúsculo, oir atentamente sus miedos, sus sueños y alentarlo en sus planes. Deseaba escribirle versos y leerselos al oido, apretar sus manos en las tardes y caminar por horas sin detenerme a pensar en el mundo y sus problemas.
Me proponía darle mi sonrisa y mi lágrima, mi ternura y mi furia, hablar con él por horas hasta llegar la alborada y compartirle lo más profundo de mi alma.
Yo deseaba entregarle todo este amor contenido y darle como dádiva mi vida…quería hacerle saber que nadie supo amarlo y que yo lo haría durante cada hora que me quedase a su lado pues supe ver la grandeza de su alma.
Yo quería…pero nunca se lo dije…me acalló el miedo y me asesinó cada milla que de él me separaba…me turbé ante la posibilidad de alcanzar la gloria…morí frente a sus ojos y nunca lo notó, solamente fui un reflejo que de repente se borró y le abandonó…ahora ni sombra soy, ni recuerdo…ahora soy nada.

Milena Vargas Beltrán
Bogotá, 14 de octubre de 2017
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