La formación de formadores,un reto en este nuevo siglo.

Autora: Gladys Milena Vargas Beltrán

Al contrario de lo que pudiéramos pensar no existe mucha información acerca de la formación de formadores, que además se aplique al contexto dominicano en el marco del nuevo currículo y atendiendo a los requerimientos del enfoque por competencias.

La formación de formadores se puede entender desde lo educativo, como la oportunidad de generar habilidades comunicacionales, afectivas, de gestión del conocimiento, de procesos de pensamiento y de actitudes, que permiten al formador desarrollar su trabajo de manera asertiva, atendiendo a las necesidades particulares del contexto y de sus docentes en formación. Este trabajo de formación de formadores implica además, el desarrollo humano, por cuanto la esencia del formador debe ligarse a ese talante de bondad, empatía, entusiasmo y amabilidad, que brotan desde dentro de él y no como un disfraz que hace parte de su faena.  El proceso de formación de los formadores implica además el desarrollo de capacidades específicas desde técnicas a tareas de su área en particular para fortalecer su práctica pedagógica cotidiana.

Para comenzar a indagar los procesos de formación de docentes debemos partir de aquellos encaminados a los objetivos, los cuales provienen del positivismo, marcando una diferencia entre lo que se busca ahora y lo que se quería lograr entonces. Los aportes de John B. Watson, con su psicología del comportamiento, conocida también como behaviorismo y de Frederick Skinner, quien marca una pauta enorme en la educación, al aplicar el behaviorismo a los aprendizajes. Desde la mirada de la formación de formadores, el trabajar por objetivos, permite analizar cómo parte el docente y su comportamiento en el punto de partida, así como en el análisis del desarrollo de las tareas que deben llevarse a cabo para lograr los objetivos de la formación. La formación por objetivos busca fortalecer al maestro en las técnicas y en el desempeño de diversas tareas con eficacia. El formador de formadores, dentro de este enfoque, es considerado un instructor con conocimientos especiales, un experto en esa área en particular.

El humanismo, fue de gran influencia en los procesos de formación de docentes debido a la posibilidad de participación de quienes se encuentran aprendiendo. Los aportes del psicólogo y sociólogo estadounidense Kurt Lewin, se basaron en la dinámica de grupo, así como en la relación entre el docente y el medio. Su punto de partida no son los objetivos, este enfoque crea los objetivos con la participación de los docentes que están en proceso de formación. El trabajo se basa en el compromiso del docente en formación, así como en su proceso de aprendizaje y de decisión.  El formador de formadores asume el papel de animador.

En los últimos años, particularmente en América Latina se ha tomado como base este proceso de formación por participación, pero de un modo más dirigido al docente que aprende. Se marca la responsabilidad del docente en su formación, y el formador de formadores es un orientador que diseña los procesos de formación y atiende las dudase inquietudes que surjan. De acuerdo con Freire (1974), la formación de docentes es un ejercicio de la libertad, es el instrumento político por excelencia de la revolución social.

Simpson (1986),[1] propone tres teorías que podemos adaptar para la formación de docentes y que devienen de la formación de adultos: las que se basan en las características del docente, las que se basan en las situaciones de la cotidianidad del maestro y las que se basan en el cambio de conciencia en el docente.

Knowles (1970)[2] fundador de la Andragogía, brinda enormes aportes que podemos ajustar para desarrollar procesos de formación de formadores y que atienden a sus características. Esta teoría está sustentada en las particularidades de los docentes, y radica en su experiencia, así como en sus intenciones de aprender. De esta forma, la Andragogía permite que los docentes se comprometan activamente y hagan una elección individual del ritmo de las sesiones de aprendizaje. En la andragogía los formadores de docentes cumplen un rol de tutor, acompaña el proceso y asesora, permitiendo el desarrollo individual de los docentes en formación.

La teoría CAL: Characteristics of Adult Learners (características de los educandos adultos).  de Cross[3] se inspira también en las características de las personas adultas y bien puede servirnos como guía para los procesos de formación de formadores. Esta teoría hace diferencia entre los niños y los adultos en función de las variables personales y de situación. Según Cross, la educación de los niños es obligatoria, formal y normalizada, mientras que la educación de los adultos, en nuestro caso los formadores, es facultativa, episódica e intencional. Desde esta perspectiva, el formador de formadores trabaja como experto en un área en particular, orientando a los docentes en los procesos de formación, la formación que brinda es periódica y la intención es capacitar a los docentes para el fortalecimiento de su labor cotidiana.

Ahora bien, de acuerdo con el enfoque por competencias, debemos buscar líneas de formación ligadas a las situaciones de la cotidianidad del maestro, para ello, nos referiremos a Knox (1977)[4] y su teoría de la competencia. Dicha teoría trabaja en función de las situaciones de la vida adulta. De acuerdo con Knox, los adultos poseen una cuantía particular de energía. Esta energía se reparte entre la necesidad de adquirir conocimientos y la necesidad de participar en las situaciones de la vida. De acuerdo con esto el ser humano se forma entre la competencia real y la competencia deseada en el plano de los diversos roles sociales que desempeña. El individuo busca una competencia mejor que va a desarrollarse en las situaciones de la vida y en las comunicaciones de una persona con los grupos sociales, aspecto de aplica muy vienen procesos de formación docente.


[1] Simpson, E. (1986). “Adult Learning”. In Dictionnaire Encyclopédique International Sur L’éducation Des Adultes.

Prague: European Center for Leisure and Education.

[2] Knowles, M. (1970). The Modern Practice of Adult Education: Andragogy Versus Pedagogy. New York:

Association Press.

[3] Cross, K. (1981). Adults As Learners. Sans Francisco: Jossey-Bass.

[4] Knox, A. B. (1977). Adult Development and Learning. A Handbook on Individual Growth and Competence in the Adult Years for Education and the Helping Professions.

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