Autora: Gladys Milena Vargas Beltrán
Muchas veces se ha creído que lo fundamental en la educación es el aprendizaje, dejando de lado la enseñanza cuya misión es vital para desarrollar procesos de formación más fuertes y significativos. El acto de enseñar tiene diversas concepciones, basadas en constructos culturales, técnicos, pedagógicos que dan línea de su importancia y las particularidades del mismo para este retorno gradual progresivo y seguro.
Pensando en el contexto actual, enseñar implica un desafío, pues conlleva una serie de cambios continuos determinados por las particularidades que genera este mundo en constante evolución y cambios, transformaciones que estarán exigiendo nuevos cambios en medio de la incertidumbre, en la forma como se trabaja con los estudiantes desde el rol del docente.
De acuerdo con la RAE[1], la enseñanza es una acción o suceso que sirve de experiencia advirtiendo cómo se debe obrar en casos análogos, comprende un conjunto de conocimientos principios, ideas que se enseñan a alguien. Con respecto a la palabra enseñar, la RAE la define como instruir, adoctrinar, amaestrar con reglas o preceptos, dar advertencia, ejemplo, que sirva de experiencia y guía para obrar en lo sucesivo, mostrar o exponer algo para que sea visto.
Estas acepciones son interesantes, puesto que determinan el acto de enseñar partiendo de la experiencia del experto y su capacidad para instruir a otros, pero también nos ponen a pensar hasta qué punto estamos aún viendo el acto de enseñar desde una mirada tradicional, desfasada del tiempo en que nos encontramos y cómo este acto debe transformarse atendiendo a los nuevos desafíos.
El acto de enseñar implica que existe una persona que ha recibido una serie de procesos de formación en una o varias áreas específicas de diversas disciplinas, que posee una serie de habilidades intelectuales, domina los contenidos de su campo del saber, tiene competencias pedagógicas y didácticas, posee una identidad como profesional y puede generar procesos estructurados de planeación de las mediaciones que le permitirán formar a los estudiantes.
Enseñar, de acuerdo con Zabalza (1990[2]), es comunicación en la medida en que responde a un proceso estructurado, en el que se produce intercambio de información (mensajes entre profesores y alumnos).
De acuerdo con las anteriores concepciones, se puede determinar que enseñar va más allá de “dictar clase” o de transmitir unos conocimientos en un “monólogo”, o esperando que el estudiante responda exactamente lo que el maestro o maestra quiere en palabras exactas. Enseñar implica interacción, intercambio de información, planeación de acciones para fortalecer el aprendizaje, enseñar es un proceso que ofrece una serie de mediaciones que ayudan a la transformación del estudiante, que permiten al docente hacer un acto de acompañamiento pedagógico, que conducen a que el maestro o maestra exponga y comparta sus conocimientos, llevando a que sus estudiantes los construyan y se apropien de ellos.
Para enseñar requerimos de diversos instrumentos, técnicas, de estrategias metodológicas y medios que nos permitan brindar a los estudiantes los conocimientos y experiencias que luego ellos podrán asimilar de manera significativa y pertinente.
Es claro que la enseñanza no se puede dar sin el aprendizaje y viceversa, por tanto, el acto de enseñar representa un proceso que en primer lugar está mediado por la comunicación y en segundo lugar por los procesos cognitivos y afectivos que lo configuran para generar reales y significativos aprendizajes en los estudiantes.
En este sentido, el docente va más allá de ser un transmisor de conocimientos. Ser docente implica ser capaz de diagnosticar las necesidades de sus estudiantes, conocerlos, determinar partiendo de ello y de los elementos propios del currículo nacional y las políticas institucionales (macrocurrículo), el diseño de sus planes y programas a nivel mesocurricular, así como del microcurrículo, partiendo del diseño de sus clases y los procesos de evaluación del aprendizaje. Ser docente implica ser capaz de configurar procesos de enseñanza en los que se brindan a los estudiantes una serie de lineamientos, conocimientos, desde su rol de experto, y se brindan pautas y acompañamiento constantes para el proceso de construcción de los conocimientos por parte de los estudiantes y la autorregulación de los mismos.
Durante este tiempo, los procesos de enseñanza se han visto transformados en actos que no son para nada parecidos a los que se suscitaban antes de la pandemia, en el año 2019 y antes, es decir que el acto de enseñar ya no es el mismo, puesto que los cambios en las modalidades, el tiempo dispuesto para trabajar con los estudiantes, las condiciones de salud a nivel general de la población, así como los aspectos sociales y culturales que se han venido transformando, obligan a actuar de forma distinta.
Partiendo de ello, las tecnologías de la información y la comunicación han sido de gran ayuda para los y las docentes, quienes han logrado generar aprendizajes en tiempo récord a nivel personal y han generado una serie de estrategias de enseñanza y de aprendizaje para fortalecer el trabajo con sus estudiantes. Esto seguramente ha logrado responder, en gran medida a la necesidad de conectar nuevamente con los estudiantes luego de los estragos de la pandemia.
No obstante, la cobertura no es total, debido a que, en muchos hogares de nuestro contexto, no existe la posibilidad de tener a mano un celular, un computador, conexión a internet, incluso existen hogares sin energía eléctrica, lo que ha generado que el maestro desarrolle nuevas formas de trabajo a distancia, o valiéndose de recursos existentes en las escuelas o en los hogares, a fin de fortalecer las interacciones con sus estudiantes.
De Pablos (1998)[3] habla de la importancia de las nuevas tecnologías y del uso de todos los recursos que tenemos a mano desde mucho antes de la pandemia, anotando su incidencia en los procesos de enseñanza y en la necesidad de un rompimiento de los esquemas tradicionales enfocados a la enseñanza magistral.
Por su parte la Unesco explica “Los rápidos progresos de las tecnologías de la información y la comunicación y la cantidad de recursos con los que se cuenta en los contextos familiares y escolares, modifican la forma de elaboración, adquisición y transmisión de conocimientos” (UNESCO, 1998)[4].
Durante estos últimos 3 años, hemos visto entonces como maestros y maestras se han ido apropiando de las aplicaciones digitales, los juegos interactivos, las plataformas virtuales, pero también se han ido fortaleciendo en el uso de recursos existentes en el aula, como por ejemplo, el material reciclable. Muchos han aprendido a usar aplicaciones y recursos interactivos, aprovechando al máximo todo lo que el medio nos brinda, para asegurar que los chicos y chicas estén aprendiendo en mejores condiciones y se esté aprovechando al máximo la capacidad de Enseñar de cada docente, generando procesos de aprendizaje significativo, aún durante esta época tan turbulenta que nos ha cambiado a todos. Lo que comprueba la afirmación de Bricali (2000)[5], “Las tecnologías y todo tipo de recursos, auguran, en el campo educativo, la progresiva desaparición de las restricciones de espacio y de tiempo en la enseñanza”.
Para este contexto actual, el acto de enseñar se concibe como una acción comunicativa en el que ambos, docente y estudiante, generan una serie de ideas, sentimientos, conocimientos que permiten que exista una reciprocidad continua que trasciende lo académico y se sitúa en lo humano y está permeado por los valores de quienes están interactuando.
El acto de enseñar en este tiempo, se concibe como la posibilidad de organizar y planear todos los elementos del conocimiento para poder generar prácticas pedagógicas que movilicen el aprendizaje en los estudiantes. Esto implica que el docente se ha apropiado de estrategias metodológicas como el aprendizaje basado en problemas, el aprendizaje basado en proyectos, la clase invertida, el estudio de casos, el aprendizaje autónomo, entre otras metodologías activas, que están siendo apropiadas cada vez más por los docentes y han permitido fortalecer los procesos de enseñanza y de aprendizaje.
Enseñar implica, en su orden:
- diseñar, en primer lugar, secuencias didácticas que conduzcan a clases concatenadas, organizadas con un fin, que conducen a rescatar saberes previos de los estudiantes,
- indagar, en segundo lugar, acerca de los nuevos conocimientos y su relación con los previos;
- invitar luego, a construir los conocimientos a través de estrategias metodológicas claras, cuyas técnicas implican de manera directa al estudiante,
- conducir a la investigación sobre los problemas propios del entorno y la forma en que se les puede dar solución, partiendo de lo que se aprende
- después, permitir que el maestro complemente los constructos de sus estudiantes con una explicación desde su postura como experto,
- finalmente, conducir a que el estudiante construya algo nuevo a partir de lo que aprendió, que dé solución a problemas de la vida diaria y dé razón de lo aprendido, sustentándolo con una síntesis de sus conocimientos.
Enseñar a través de este tipo de secuencias, sin duda facilita el alcance de los resultados de aprendizaje y genera una serie de evidencias que permiten observar el nivel de apropiación de los conocimientos por parte de los estudiantes. De la mano de ello, enseñar en esta época, supone estar preparados para la incertidumbre, para asumir nuevos retos, para aprender a ser resilientes y comenzar de cero. Enseñar en este tiempo supone el acompañamiento constante al estudiante, sea en la modalidad que sea, procurando la apropiación de los saberes esenciales, así como el desarrollo integral del estudiante.
Como conclusión, el docente en estos tiempos, y más ahora en este contexto mundial, se concibe, ante todo como un ser humano, empático, resiliente, sensible a las realidades, dispuesto a aprender, que comparte valores con sus estudiantes y familias, que se actualiza, está en constante cambio, es reflexivo, investigador, trabaja en equipo, facilita el aprendizaje de sus estudiantes, diseña materiales de aprendizaje, así como secuencias conformadas por estrategias metodológicas que apoyan su labor de manera efectiva, acompaña constantemente al estudiante, conduciéndolo a generar procesos cognitivos, desarrollar su capacidad metacognitiva y tener conciencia de su ser, es un agente de cambio, transforma su entorno, se autorregula y se prepara para los nuevos desafíos.
[1] 2021. Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. Recuperado de la base de datos https://dle.rae.es/ense%C3%B1ar
[2] Zabalza, M. (2004). La enseñanza universitaria. El escenario y sus protagonistas. Madrid. Editorial: Narcea.
[3] De Pablos (1998) En Lorido, M. P. (2005). Nuevas tecnologías y educación. Cadernos de Psicopedagogia, 5(9), 00-00.
[4] del Ángel, D. N. (2009). Modelos educativos y entornos virtuales de enseñanza. Entelequia: revista interdisciplinar, (10), 177-187.
[5] Bricall J., (2000) Conferencia de Rectores de las Universidades españolas (CRUE) Informe Universidad 2000 Organización de Estados Iberoamericanos Biblioteca Digital de la OEI disponible en http:// www.campus-oei.org/oeivirt/bricall.htm [Consultado 2004, abril 10].
