Autora: Gladys Milena Vargas Beltrán
Este tiempo de pandemia ha puesto en juego de qué estamos hechos, nuestras capacidades, el desarrollo de nuestras habilidades y destrezas a todo nivel. Hemos descubierto el gran valor de formar a nuestros y nuestras estudiantes en las competencias que les puedan servir para enfrentar cualquier tipo de situación inédita en medio de crisis e incertidumbres.
Por esta razón, el enfoque por competencias se sitúa como una gran alternativa para lograr que las nuevas generaciones puedan aplicar sus conocimientos en diversas situaciones de la forma más pertinente posible, aplicando lo que saben y lo que saben hacer con lo que saben, aprendiendo a través de la acción, problematizando, dialogando, construyendo en conjunto y siendo artífices de su conocimiento.
Un currículo basado en la competencia permite determinar claramente varios elementos que quiero resaltar y que son rasgos diferenciadores entre el enfoque por competencias y las propuestas previas por contenidos y objetivos, las cuales, no se han descartado totalmente, sino que se han complementado año tras año con nuevos elementos de acuerdo con lo que el mundo y sus circunstancias nos van exigiendo:
En primer lugar, el planteamiento del perfil del estudiante ha ido cambiando en virtud de lo que se cree debe ser capaz de resolver en medio de diversas circunstancias después de sus procesos de formación en la escuela o la universidad.
Este perfil se configura atendiendo las demandas de los tiempos, sus incertidumbres, los nuevos retos que propone a los ciudadanos, así mismo, se configura entendiendo fenómenos como la evolución de los mercados, el desarrollo sostenible, la cuarta revolución industrial, el impacto de las pandemias, el avance de la ciencia y la tecnología, los conflictos políticos y económicos de los países, las migraciones, entre otros.
Todo lo antes expuesto nos pone en la tarea de formular propuestas pedagógicas que realmente preparen a nuestros estudiantes para enfrentar grandes desafíos siendo ciudadanos libre pensadores, críticos, con capacidades de pensamiento de orden superior, así como una alta capacidad de razonamiento, junto con grandes habilidades para la comunicación, pero también personas capaces de relacionarse con el otro y lo otro, de conectarse con sus emociones, de trabajar en equipo, aceptar las críticas, tomar decisiones, vivir con una actitud positiva y receptiva, así como de enfrentar con resiliencia las adversidades.
Lo que planteamos en este enfoque es ir más allá de la memorización de conceptos, de la determinación de lo que “debería aprender” el estudiante, pues lo que buscamos es conducir al estudiante a la comprensión, pensando en que el aprendizaje en esta perspectiva es situado, es contextual, pasando de la apreciación pasiva que se le ha dado al acto de aprender, a uno activo en el que el estudiante es quién construye su propio conocimiento y este conocimiento se basa en situaciones lo más similares a lo que ocurre en la vida real.
Un currículo basado en la competencia para el retorno gradual progresivo y seguro, trasciende lo interno de la escuela y atraviesa las puertas de ella, para leer al contexto, recibir las demandas de la sociedad y preparar a los niños, niñas y jóvenes desde temprana edad para que al egresar de una institución educativa puedan asumir los retos que cada vez más nos brinda el mundo en el que vivimos.
Esto conduce a que se deba cambiar la forma en que la educación ha sido planteada propiciando una educación que resalte el valor de los procesos de aprendizaje y también el gran rol de la enseñanza, pero que además impulse al estudiante a la comprensión, a aprender a aprender para la vida.
Y es que, si nos ponemos en la tarea de explorar en torno a las propuestas existentes en torno a la formación centrada en competencias, encontraremos múltiples miradas y caminos, los cuales exponen diversas tipologías de las competencias, así como múltiples formas de trabajar con ellas como enfoque de formación en la escuela.
En este punto es importante señalar, que no existe un enfoque perfectamente acondicionado que sirve de forma plena a todas las instituciones, no existe tampoco un enfoque único que pueda ser tomado como el camino indiscutible a seguir. Pero lo que sí se debe tener claro, es que se puede construir una propuesta curricular institucional propia, que impacte realmente los procesos de formación de nuestros estudiantes y les prepare para los retos del siglo XXI.
La pandemia del Covid 19 ha demostrado quién es quién y de qué estamos hechos. Ha permitido que quienes han desarrollado competencias sean capaces de ponerlas en el campo de juego y resuelvan los retos que esta situación atípica nos ha impuesto. Nunca todos los seres que habitamos este planeta habíamos compartido una situación de riesgo tan alta, así como todas las problemáticas que han llegado junto con ella. Jamás se nos había puesto tanto a prueba, no solo en lo económico, ni en la salud, sino también en el manejo de nuestras emociones, en la capacidad de reinventarnos, en la vida familiar, en nuestra vida laboral, educativa y social.
Las personas competentes han sabido avanzar en medio de esta crisis, puesto que han sabido poner en juego sus competencias, aquellas que han desarrollado a lo largo de su vida, las que han fortalecido en sus procesos de formación o en la experiencia propia de la vida. Estas personas han generado nuevas formas de enfrentar las situaciones cotidianas que van apareciendo a raíz de esta extraña situación, lo que nos lleva a pensar que la educación por competencias, efectivamente representa la mayor fuente de cambio y una oportunidad para preparar a los niños, niñas y jóvenes para enfrentarse a cualquier tipo de evento, por complejo que este sea.
Al respecto, organismos como la Unesco[1], han determinado que la “competencia es el pilar del desarrollo curricular y el incentivo tras el proceso de cambio”, lo que conduce a pensar que el enfoque basado en competencias va mucho más allá de lo que muchos lo han concebido, indicando que el enfoque es solo una forma de subyugar a los estudiantes y evitar que piensen por sí mismos. Por el contrario, vemos a este enfoque como la oportunidad de transformar a las nuevas generaciones y prepararlas para que sean lo más autónomas y competentes posible.
[1] UNESCO. (2020). Enfoque por competencias. Oficina Internacional de Educación. Tomado de la base de datos http://www.ibe.unesco.org/es/temas/enfoque-por-competencias