
Autora: Gladys Milena Vargas Beltrán[1]
Uno de los extremos más necesarios y olvidados en relación con esa novela llamada Historia, es el hecho de que no está acabada. Gilbert Keith Chesterton [2]
Decía el poeta y filósofo español Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana que quien olvida su historia está condenado a repetirla (2012), razón por la cual nuestro deber como educadores es rescatar esta capacidad en las generaciones venideras partiendo de una reivindicación de la historia dentro del currículo y su importancia para la formación de nuestros niños, niñas y jóvenes.
Cuando se me hizo la invitación formal a escribir estas páginas, lo primero que pensé es por qué razón convocar a una pedagoga para hablar de este tema, cuando lo predecible es invitar a un experto en el campo de la historia. Evidentemente, por años hemos encontrado las grandes diferencias entre el poseer un saber, con el hecho de poseerlo pero también saber enseñarlo. Y es que la enseñanza de la historia tiene una serie de elementos de carácter disciplinar fundamentales que son clave para la estructuración de una conciencia histórica, así como para el desarrollo de la capacidad de asumir el reto de pensar en el presente a partir del pasado, pero también construyendo un buen hoy, pensando en su impacto en el futuro. Sin embargo, estos saberes disciplinares también deben ir de la mano con aspectos de orden pedagógico y didáctico que permitan llevarlos al nivel de aprendizajes significativos en torno a la historia y su impacto en nuestros contextos.
No podemos desprendernos de lo que fuimos al considerar lo que somos, puesto que careceríamos de una esencia, de unas raíces que nos constituyen y hacen de nosotros quienes somos. La escuela tiene la responsabilidad de hacer valer esto, de devolver a las nuevas generaciones esa conciencia de su pasado para que puedan comprender el hoy y asumir el reto de liderar en los años venideros.
En este texto quiero referirme a tres elementos vitales, que como pedagoga considero, deben analizarse al hablar de una didáctica de las ciencias sociales y cómo llevarla a cabo con nuestros estudiantes: el desarrollo de competencias, el conocimiento pedagógico y disciplinar, así como la vocación docente.
El desarrollo de competencias desde y para el aprendizaje de la historia
Comenzaré este apartado indicando que el mundo actual necesita personas competentes, capaces de aplicar lo que saben y lo que saben hacer con lo que saben en diversas situaciones, para poner en juego su capacidad de resolver problemas y tomar decisiones a fin de cambiar o fortalecer sus realidades.
La historia permite a la persona comprender el mundo en el que vive, entender a profundidad los hechos que ocurren y reflexionar en torno a su posición frente a los mismos. Por años, se ha negado a muchas generaciones, el derecho genuino que tienen de entender de donde vienen y el por qué sus vidas giran en torno a herencias históricas que, aunque en muchos casos no les fueron asignadas de forma directa, sí afectan su calidad de vida y su manera de ver el mundo.
Conocer nuestra historia, ser conscientes de ella, comprenderla, analizarla y evaluarla, nos permite formar el carácter, establecer nuestro rol como ciudadanos y ejercer nuestro compromiso con la sociedad.
Ser competentes frente a nuestra historia, debe otorgarnos el honor de conocer, explorar, evaluar y generar cosmovisiones en torno a lo que ha sido nuestro pasado, quienes fueron nuestros ancestros, qué enseñanzas nos dejaron, como fueron tratados, de qué forma afectaron nuestro presente y cómo lo que ellos vivieron impactará nuestro futuro.
Como maestros tenemos el derecho de establecer nuevas formas de enseñar y aprender la historia y el deber de brindársela a las nuevas generaciones para que puedan enfrentar su vida aún en medio de situaciones de incertidumbre y caos.
Una persona competente podrá generar un conocimiento mucho más racional, reflexivo y crítico del pasado, relacionando cada evento con los hechos del hoy y comprendiendo sus causas y consecuencias. Esto se logra si la persona ha podido comprender los acontecimientos históricos desde los primeros siglos hasta el momento, lo que requiere de habilidades para estructurar y organizar información cronológicamente, clasificarla cognitivamente y analizarla entendiendo los impactos de cada evento en los sucesos que afectan a la sociedad.
Cada reflexión hecha en torno a eventos históricos debe ir de la mano de una lectura de contextos, del análisis de la posición geográfica del lugar donde ocurrieron, de las relaciones ético-políticas que se generaron alrededor de ellos, de la reflexión en torno a la cultura y los aspectos sociales, económicos, políticos que pudieron influir, así como del impacto a nivel antropológico, filósofico y sicológico de los hechos acaecidos, en quienes los vivieron y aquellos que se encuentran cara a cara con las consecuencias.
Así mismo, el conocer la historia y analizarla implica entender y usar herramientas, técnicas, instrumentos que permitan recoger, organizar, seleccionar, analizar los eventos históricos partiendo de diversas fuentes en particular primarias y secundarias.
Quien profundiza en la historia deberá también ahondar en la gestión de los conocimientos que esta aborda, los conceptos clave, las categorías en que se organiza, las teorías y supuestos en los que se mueve, así como en la capacidad de investigación documental partiendo de análisis comparativos y el seguimiento a procesos que le lleven a reflexionar en torno a los hechos históricos y su influencia en nuestro presente.
Aquel que es competente debe poder argumentar en torno a los eventos históricos, determinar su posición y los elementos que la fundamentan, debe ser capaz de leer de forma crítica estos hechos y comprender las relaciones entre ellos con su contexto.
De acuerdo con estos elementos, la historia debe aportar el desarrollo de competencias como el conocimiento profundo de diversas teorías y perspectivas de carácter histórico, a la capacidad de entender la diversidad social, cultural, religiosa, política y económica. Una persona competente en el marco de la historia debe conocer la investigación histórica, así como las técnicas etnográficas. Adicionalmente, la capacidad para entender las relaciones entre lo geográfico con lo histórico, lo social con lo cultural, lo político con lo ético y entender sus implicaciones en los hechos históricos. Debe también tener un conocimiento de la estructura diacrónica general del pasado, la capacidad de comparación de hechos en diferentes momentos, la habilidad para relacionar estos hechos con el presente, así como la de relacionar las causas de un hecho histórico y sus consecuencias en hechos posteriores. Pero, ante todo, debería ser profundamente sensible ante las realidades que enfrenta y los legados de los eventos históricos en dichos acontecimientos.
[1] Docente, formadora de maestros, consultora educativa, autora de textos educativos, tallerista y conferencista. Licenciada en español e inglés, especialista en evaluación educativa, magister en educación y estudios de doctorado en educación.
[2] (1874-1936) Escritor británico.